[vc_row css_animation=”” row_type=”row” use_row_as_full_screen_section=”no” type=”full_width” angled_section=”no” text_align=”left” background_image_as_pattern=”without_pattern”][vc_column][vc_column_text]Con el ritmo apropiado se desarrolla la etapa de formación artística de más de 5.300 alumnos en las 27 sedes de esta red. Desde todos los planteles las partituras y los instrumentos son la compañía, siempre afinada, para niños y jóvenes antioqueños.[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row][vc_row css_animation=”” row_type=”row” use_row_as_full_screen_section=”no” type=”full_width” angled_section=”no” text_align=”left” background_image_as_pattern=”without_pattern”][vc_column][vc_column_text]La matemática es el número en estado puro, mientras que la música es el número en movimiento. La Red de Escuelas de Música de Medellín reivindica esta idea al abordar su actividad artística como un laboratorio en el que se multiplican los talentos de los jóvenes antioqueños, sin desconocer su contexto social y afectivo.
La música, como es obvio, aquí es el engranaje que le da vida a la matemática, que le suministra el combustible al movimiento y que es capaz de modificar la cotidianidad de sus más de 5.300 estudiantes, que se dejaron tentar por el encanto manifiesto de una partitura.
Las 27 sedes de la Red de Escuelas de Música de Medellín, repartidas entre el territorio urbano y algunos alrededores rurales de la capital del departamento de Antioquia, se transforman en cápsulas mágicas que modifican comportamientos, aceleran procesos humanos y ayudan a establecer prioridades. Menores en estado de vulnerabilidad, con permanencia pronunciada en los andenes, con zapatos gastados por patear piedras y siendo el plato fuerte para el vicio y la delincuencia común, encuentran en el arte sonoro el vehículo para proporcionarle voz a su dignidad.[/vc_column_text][vc_separator type=”transparent” up=”10″ down=”10″][/vc_column][/vc_row][vc_row css_animation=”” row_type=”row” use_row_as_full_screen_section=”no” type=”full_width” angled_section=”no” text_align=”left” background_image_as_pattern=”without_pattern”][vc_column][vc_column_text]En la Escuela Miraflores, por ejemplo, los profesores conquistan a los discípulos de todas las edades desde los ejercicios de calentamiento. En plena clase de clarinete los protagonistas y antagonistas son los dedos gordos de las manos. Los estudiantes se paran frente a los espejos que adornan las aulas y que tienen la misión de evidenciar malas posturas, sobre todo en intérpretes de instrumentos de cuerda y viento. Los músicos en curso estiran los brazos, sacuden las manos como quien se asombra con una situación y ponen a rotar al denominado dedo rey, que parece estar aprobando los contenidos de las asignaturas.
Muchos estudiantes de la Red de Escuelas de Música de Medellín le sacan provecho al tiempo libre repasando mentalmente sus ejercicios. Sus lecturas no son parte del catálogo de la literatura universal, ni están enfocados en la ficción, ni en el realismo mágico; ellos encuentran emoción en las partituras. Enfrentarse siempre a una clave de sol es sinónimo de aventura, conocimiento y reto, es la posibilidad de superarse cada día y la oportunidad de imaginarse sobre un escenario conjugando de manera vivencial la expresión “soy un artista”.
El panorama en la Escuela Alfonso López, en la Comuna 5, es similar al que se aprecia en Miraflores. Tan pronto se abre la puerta de la bodega, un cuarto de diez metros de largo por seis de ancho, los instrumentos desaparecen de sus estantes y el sonido encuentra eco en todas sus paredes. Cualquier lugar es oportuno para el ensayo. El patio es un escenario óptimo para los saxofones y las trompetas; las escaleras son plazas ocupadas por los violines; mientras que los corredores son pistas de obstáculos en las que se hace indispensable sortear violonchelos para llegar hasta los salones.
La sede de Santa Elena es un plantel con entorno campestre y tiene un mérito adicional porque ha logrado que este corregimiento, a menos de una hora de la capital antioqueña, no sólo se caracterice por la elaboración de las vistosas silletas y por su acceso vial con curvas más pronunciadas que un guitarrón. Ahora es una potencia sonora en crecimiento y un referente en el país por despertar la curiosidad artística de niños y jóvenes en estado de vulnerabilidad. La constante en Santa Elena es ver el desfile de los chicos con sus instrumentos a la espalda recorriendo largas distancias rurales hasta llegar a la puerta de su escuela musical.
La Red de Escuelas de Música de Medellín lleva más de dos décadas afinándose en torno a su labor social. Su currículo, en permanente evolución, pretende aumentar la oferta de actividades para niños y jóvenes en el departamento de Antioquia. De ahí que su gestión sea una iniciativa que se sintoniza con el futuro sonoro del país.
Por: Juan Carlos Piedrahita B
Tomado de: https://www.elespectador.com/noticias/cultura/que-buena-nota-para-el-futuro-articulo-704007
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